Ingredientes:
Para la liebre:
1 liebre
1 cebolla grande
2 pimientos verdes
1 zanahoria
1 tomate maduro
1 cabeza de ajos
2 hojas de laurel
Tomillo, pimienta negra y orégano
1 vaso y ½ de aceite de oliva
½ vaso de vinagre de yema.
1 vaso de buen vino blanco
Agua
Sal
Para la salsa de tomate:
1 kilo de tomates muy maduros.
½ vaso de aceite de oliva.
2 cebollas picadas.
1 pimiento verde picado.
1 diente de ajo
1 cucharada de sal y 2 de azúcar.
Elaboración:
Necesitamos la liebre pelada, troceada, muy limpia y seca.
Necesitamos la liebre pelada, troceada, muy limpia y seca.
La noche antes ponemos las piezas a dorarse en el aceite añadiéndoles un chorrito de vinagre a cada tanda–el vinagre tiene que ser muy bueno en muy poca cantidad- vamos sacando piezas y echamos más libre y más vinagre, y otro chorrito de aceite si es preciso; y así hasta que esté todo dorado. Reservamos.
Al día siguiente, vamos con toda la verdura que estará muy bien pelada, lavada y finamente picada y la ponemos -en crudo- en la olla exprés junto con la liebre ya dorada, cubrimos con agua todos los ingredientes, añadimos las hierbas y especias que más nos gusten –en su defecto las que yo he puesto- y al fuego, por lo menos media horita.
Pasado este tiempo y a la vista de los olores que vaya desprendiendo el asunto, se retira y se abre la olla, se le añade ahora el vino y la sal (si lo pusiésemos antes endurecería la carne) y más agua si la pide.
Otra vuelta de olla, al menos tres cuartos de hora más, hasta que esté tierna mientras vamos preparando la salsa de tomate: poniendo a pochar la cebolla y el pimiento en el aceite de oliva junto con el diente de ajo que habremos cascado previamente dándole un golpe. Cuando la cebolla empiece a tomar color, añadimos el tomate pelado y triturado, la sal y el azúcar y lo dejamos cocer a fuego lento durante 40 minutos sin tapar. Probamos rectificamos de sal y si nos resulta ácido le añadimos más azúcar. Reservamos
Y volvemos a la olla de la libre que ya debe oler a gloria, abrimos, probamos, rectificamos de sal, dejamos que se consuma la salsa si es que le queda algo, y vamos sacando las piezas que iremos sumergiendo en la cazuela del tomate. Cuando terminemos dejaremos que se unan los sabores de liebre y tomate poniendo la cazuela a fuego muy suave un tiempo prudencial (si el tomate se redujera en exceso se le puede añadir agua o algo de la salsa sobrante).
Y listo, esta liebre salió muy rica de entrada aunque, como casi todos los guisos, mejoró al día siguiente. Se acompañó con unas patatitas fritas, un buen tinto de Valdepeñas y mucho pan de pueblo para migar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario